Puede decirse que nunca fue fácil comprar una propiedad en Argentina, pero ciertamente existieron mejores épocas que ésta.
Solo basta ponerse en el lugar, si es que ya no lo está, de quien sueña con tener su casa propia mientras se encuentra pagando un alquiler a precios preocupantes, con los valores del metro cuadrado en dólares – moneda que parece no estabilizarse jamás- dificultades para mantener cierto caudal de ahorro regular así como para acceder a créditos hipotecarios.
Este panorama, si bien no resulta del todo extraño para los argentinos, ha venido a agravarse, como en otros ámbitos, desde el comienzo de la pandemia del Covid-19 y hace pensar que realizar remodelaciones, adquirir un departamento, casa o terreno es un proyecto que se va limitando a unos pocos.
Para muchos especialistas en el rubro, como Reporte Inmobiliario, este no es un buen momento para iniciar una obra desde cero, ya que el costo para construir una vivienda mínima como las utilizadas por el plan procrear, llegó a casi $5,2 millones, cuando hace un año la misma tipología se pagaba $2,8 millones. Por lo que, al menos por ahora, los ingresos quedaron muy retrasados respecto de los costos de una obra.
Opciones de crédito para quienes buscan ampliar
Sin embargo, al utilizar cualquier tipo de comparador de préstamos personales, se pueden encontrar algunas opciones de financiación con condiciones interesantes, especialmente las lanzadas por los bancos públicos y organismos estatales, en formato de créditos personales destinados a desarrollar reformar y/o ampliaciones sobre viviendas. Para tener en cuenta, no son hipotecarios.
Uno de estos casos es el del Banco Nación que en septiembre lanzó una línea para la refacción, ampliación y finalización de vivienda única. Lo atractivo de esta línea es que su tasa de interés fija es del 19% durante el primer año, una vez transcurrido este, la misma se actualiza conforme el Coeficiente de Variación Salarial (CVS) publicado periódicamente por el INDEC, lo que asegura cierta relación razonable entre el valor de las cuotas y el de los ingresos familiares. Y no exige garantía hipotecaria, por lo que no se requiere comprometer esta parte tan importante del patrimonio de una familia.
Quien solicite esta modalidad puede adquirir hasta $2 millones, con un plazo de devolución de hasta 10 años. La contratación se hace a sola firma, pero es necesario tener en cuenta que el valor de las cuotas mensuales no pueden ser mayores al 30% de los ingresos demostrables (idealmente mediante recibos de sueldo) pudiendo sumar los percibidos por hasta dos titulares y dos cotitulares.
Para tener una idea de qué valor de ingresos se requeriría para ser beneficiario de este tipo de créditos, supongamos que el plazo de devolución otorgado fuera de 120 meses, es decir 10 años: si el valor otorgado fuera de $1 millón, la primer cuota a pagar sería de $18.667, la cual se mantendría fija durante los primeros 12 meses; y el solicitante, junto con sus cotitulares, deberán acreditar ingresos mínimos por $62.224. Ahora, si el crédito fuera otorgado por $2 millones, las primeras 12 cuotas ascenderían a $37.334, y los ingresos demostrables deberían ser de, al menos, $124.448.